Pintura Ángel Caído de Alexandre Cabanel

La pintura Ángel Caído, también conocido en inglés como “The Fallen Angel”, es una obra realizada en 1847 por el academicista pintor francés Alexandre Cabanel. A lo largo de la historia, ha sido en reiteradas oportunidades elogiada por la crítica, debido a la emoción que transmite. Si deseas saber un poco más sobre ella, te invitamos a que te quedes y aprendas con nosotros.

PINTURA ÁNGEL CAÍDO

Pintura El Ángel Caído/The Fallen Angel

A mediados del siglo XIX, específicamente en 1847, el pintor francés Alexandre Cabanel, luego de haber sido criticado de una manera muy negativa por expertos, no se rinde y presenta al un mundo una obra que llevaba como título “El Ángel Caído”. En la actualidad, dicha pintura forma parte de la amplia colección de arte con la que cuenta El Museo Fabre en Montpellier, Francia.

Pese a que tenía una dedicación plena a la conservación de la tradición pictórica occidental, Cabanel siempre optó por el no rechazo, al menos no del todo, de aquellos movimientos artísticos como el romanticismo, por ejemplo. Cada una de sus pinturas lo reflejan de una forma sutil, dado a los temas históricos, mitológicos y religioso que trata.

‘The Fallen Angel’ no es la excepción, pues las desmedidas emociones en los gestos de su protagonista son sin igual. Para la creación de este maravilloso trabajo, su inspiración se originó en el poema épico de 1667 del inglés John Milton, que lleva por nombre “El Paraíso Perdido”, además de los ángeles caídos: Beelzebub, Belial, Mammon, Moloch y Mulciber.

En ella se retrata con una extraordinaria firmeza, el sentimiento de ira en la mirada de quien, según las creencias judeocristianas, fue alguna vez la mano derecha de Dios al momento de crear el Cielo y la Tierra. Pese a ello, tras cegarse por la codicia, decidió revelarse e iniciar una batalla de la que salió perdedor, puesto que fue derrotado por el Arcángel San Miguel.

Se puede observar a Lucifer, un ángel caído del cual siempre se ha hablado mucho debido a su impactante belleza. Está concebido espléndidamente mediante un minucioso estudio anatómico, característico de la representación clásica de un artista académico, en el que se destaca bastante la musculatura de la figura.

Lucifer mira con gran recelo y soberbia al creador que acordó retar. Con una energía impresionante, Alexandre Cabanel pintó los instantes finales de aquella batalla en los cielos. El ángel tiene los dos brazos levantados y los dedos de sus manos entrelazados, de manera que se pueda esconder la mitad de su rostro.

PINTURA ÁNGEL CAÍDO

Pese a tal blindaje, de una buena parte de su expresión facial, aún no se puede ocultar todos los sentimientos encontrados, pues es sencillo darnos cuenta de su estado de ánimo por lo que se ve en sus ojos. La venganza toma el papel principal y él sabe muy bien qué alguien tendrá que pagar por su expulsión. Aunque conserva su orgullo, también piensa claramente en la retribución.

Para esa época, el tópico tocado sorprendió mucho a los juristas de la exposición inicial, puesto que ningún estudiante había tenido la osadía de enviar desde Roma una obra que representará al mismísimo Diablo.  Con apenas 24 años, su autor introdujo al célebre Lucifer al Salón de Bellas Artes, convirtiéndose en el primero en hacerlo.

Fue una trascendental presentación de una pintura histórica en la que se tuvo que fijar ciertos reglamentos con los que los juristas y académicos la examinaron y concluyeron que, se trataba de una obra que rozaba un estilo romancista. Además, declararon que en ella el movimiento estaba mal, el dibujo era impreciso y la ejecución bastante deficiente.

Cabanel respondió seriamente en una carta para su amigo Alfred Bruyas, que esa era la recompensa que merecía por todas las molestias que se había tomado para no presentar una pieza de arte promedio. Nosotros podríamos definirla como una hazaña manierista del color, en la que la iluminación difusa y el detallado estudio anatómico trascienden el rígido conservadurismo de las bellas artes.

Sobre su autor, Alexandre Cabanel

Una vez que ya hemos indagado un poco en la obra en sí, podemos pasar a hablar más a fondo acerca de su autor, Alexandre Cabanel. Este importante artista del academicismo, nació en una ciudad del sur de Francia llamada Montpellier el 28 de septiembre de 1823 en el seno de una familia bastante humilde para la época.

Dentro de su formación artística, sus primeros, pero firmes pasos fueron en una academia de dibujo de su tierra natal. Tras el paso de los años, tuvo que trasladarse hasta la capital francesa para ser formado por el talentoso pintor François Edouard Picot en la Escuela de Bellas Artes.

PINTURA ÁNGEL CAÍDO

Luego de ello, al igual que como pasó con muchos jóvenes pertenecientes a su generación, poco a poco su desempeño en la ‘École des Beaux-Arts’ le proporcionó la destreza como para ser capaz de ganarse una beca y desplazarse a Italia, en donde conocería a un sinnúmero de extraordinarios artistas del Renacimiento.

En 1845, le fue otorgada una preciada medalla en el Salón de Roma. Allí, en Italia, fue donde justamente terminó por descubrir su estilo y carácter de pintura tan particular, con una gran influencia en el manierismo, movimiento artístico surgido en el siglo XVI, pero que él transportó de una manera innovadora al siglo XIX.

Cabanel fundamentó su academicismo con la plena armonización de los tonos suaves de sus pinturas y la sutiliza convencional de las formas. En ocasiones, rechazaba por mucho las corrientes vanguardistas emergentes, conservando la tradición pictórica de Occidente. Además, fue el principal rival del impresionista Édouard Manet.

Trayectoria

Pese a sus múltiples logros, la fama llegó a él en 1863 con la creación de uno de sus lienzos más conocidos, “El Nacimiento de Venus” o “Naissance de Vénus” en francés, cuando el emperador Napoleón III lo adquirió. Sobresalió notablemente como retratista de la aristocracia europea y de su corte imperial realizando múltiples obras.

Se podrían mencionar las siguientes: “Retrato de Alfred Bruyas” (1840), “Autorretrato” (1852), “Retrato de Napoleón III” (1865), al igual que pinturas referentes al Hôtel Pereire, como “Fedra” (1880). Esta última destaca gracias a la técnica de pintura al óleo sobre tela que se empleó, y a sus dimensiones en torno a los 194 cm de alto y 286 cm de ancho.

PINTURA ÁNGEL CAÍDO

Paulatinamente fue ganándose el reconocimiento merecía, llegando sus obras inclusive a ser reclamadas por muchos coleccionistas internacionales e instituciones oficiales francesas. Se le nombró profesor en la ‘École des Beaux-Arts’ y también miembro de la ‘Académie des Beaux-Arts’.

Duró dos décadas, entre 1868 y 1888, siendo un miembro jurado del Salón de París, lugar en el que se le concedió en reiteradas oportunidades la medalla de honor. Asimismo, ejerció el papel de maestro contando con alumnos de la talla de Albert Besnard, Alexandre Jean Baptiste Brun, Eugène Carrière, Fernand Cormon, Gastón Bussière, entre otros.

Análisis de la Obra

La obra no es más que maravillosa, la forma en la que Cabanel la pintó sorprende a cualquiera. Se puede observar con gran rapidez cada uno de los detalles plasmados, los músculos bien definidos, cada hebra del cabello, la delicadeza de las alas y el sentimiento de su mirada son excepcionales.

La pintura hace que el espectador sienta todo lo que el autor en un inicio quiso plasmar, resaltando automáticamente gracias a la manera realista que se retrata a la naturaleza humana dentro de un plano religioso. Incluso si se hubiese optado por sólo colocar su cara cubierta con los brazos, fuese más que suficiente para saber qué pensaba el ángel, ya que su expresión lo dice todo.

Tanto sus lágrimas, como sus ojos de susto e ira, son los que más resaltan, preguntándonos cómo fue que se le ocurrió unir esos elementos pese a las duras valoraciones que se le realizaron a su trabajo en aquel entonces. Si bien mucho se dijo que contaba con diversos errores, en la actualidad es una de sus pinturas más famosas.

Como se explicó con anterioridad, el cuadro es la clara representación del momento en que se expulsó a Lucifer del Paraíso, ángel que se convertiría en el primer apóstata por medio de la ruptura y la renuncia. Aunque fuese un ejemplo de la belleza y la inteligencia en un principio, después se convirtió en el ejemplo de un ser a quien su soberbia le hizo perder su lugar en los cielos.

Hoy en día es Satanás, pero en un pasado era un sello de una obra maestra, repleto de sabiduría y una belleza sin igual, hasta que lamentablemente se llenó su interior de ira, violencia y pecado. Su castigo será por siempre el ser un objeto de espanto precipitado en la Tierra, muy lejos de donde perteneció.

Desterrado por el Arcángel San Miguel, Lucifer yace sobre una piedra con muchos ángeles rodeándolo, muy por detrás de sí, y tapando su humillación para evitar que pudiesen ver lo mal que se sentía y las lágrimas que brotaban de sus ojos. Sin embargo, muchos expertos aseguran todo lo contrario.

La inspiración de la que proviene el cuadro, el poema épico ‘Lost in Paradise’ (1667) del inglés John Milton, bien lo explica en una de sus citas más célebres: “Mejor reinar en el Infierno que servir en el cielo”.  Dicha frase la dice el ángel en el momento exacto en el que se vuelve la representación del mal para los cristianos.

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